lunes, 7 de marzo de 2011

Torres de Satélite: Arquitectura Emocional

Después de casi perder uno de los grandes y pocos monumentos urbanos del s.XX en la Ciudad de México, las Torres de Satélite, debido a la construcción del segundo piso del periférico; me queda la impresión de que en un país donde la ignorancia reina, las artes o la arquitectura son las grandes víctimas. Alejandro Hernández en uno de sus 'Arquitextos' se cuestiona justo sobre este tema:
         "[...] Y si una mayoría juzga privilegiar cierto bien común sobre la protección de una obra arquitectónica o urbana, como parecía ser el caso de muchos quienes apoyaban el viaducto elevado de Peña Nieto pese a que transformaría radicalmente el paisaje urbano de las Torres de Satélite, ¿la minoría, culta y educada, deberá imponer sus gustos?"


Plan maestro de Ciudad Satélite. 1958.

Y aquí el sentir del gran creador de estas imponentes esculturas: Mathias Goeritz (sí, desmeritando un poco al 'gran' Barragán, creador secundario, a mi gusto, de las torres):
         "Las Torres de Satélite para mí eran pintura, eran escultura, eran arquitectura emocional... Para mí, absurdo romántico dentro de un siglo sin fe, han sido y son un rezo plástico."
Un rezo plástico que iluminó la doctrina y dogma de la arquitectura mexicana del s.XX. Una época de arquitectura moderna impecable, conmovidos por el cubismo, la máquina y el arte colectivo.